Tomamos decisiones constantemente. En base a ideas, pensamientos y experiencias decidimos consciente o inconscientemente. Sean decisiones mediatas o inmediatas, banales o profundas.
Lo cierto es que, todos los días, desde que abrimos los ojos, comenzamos a tomar decisiones: ¿A qué hora decidiste ponerte el despertador la noche de antes? ¿Qué has decidido desayunar hoy? ¿A quién has decidido saludar mientras te diriges al trabajo? ¿Qué decisiones has tomado para el proyecto de la empresa? ¿Decidiste hoy ir al gimnasio o decidiste descansar para reponer fuerzas? ¿Quién hará esta noche la cena? ¿Qué decidirás ver esta noche en la tele? Y así podríamos seguir con un sinfín de decisiones.
Muchas de ellas las hacemos en piloto automático, es decir, son tan frecuentes en nuestras rutinas que ni siquiera somos conscientes de que las estamos haciendo. Preparar el desayuno o conducir el coche podrían ser dos rutinas automatizadas que hacemos de manera diaria sin darnos cuenta. Es más, ¿te ha pasado alguna vez que has cogido el coche y, sin darte cuenta, has llegado a tu destino sin fijarte en lo que iba sucediendo a tu alrededor?
Para mi gusto, esto ocurre con demasiada frecuencia entre nosotros. Y es que, vivimos en un mundo tan acelerado, que nos engulle ese aborigen de tareas que no nos permite disfrutar de cada cosa que hacemos. ¿Cuánto hace que no te paras a saborear ese café de la mañana? ¿cuántas veces a la semana te permites escapar a un parque simplemente a escuchar el silencio?
¡¡Está claro que tu vida es consecuencia directa de tus decisiones!!
Cuando decides elegir una opción, indiscutiblemente estás dejando miles de opciones fuera. Ni siquiera solemos pararnos a pensar por qué elegimos esa y si su elección tiene un beneficio directo para nosotros. Simplemente la tomamos sin más.
Desde el coaching, tratamos siempre de que el cliente tome consciencia de la amplitud del abanico de oportunidades. Después, tomará la que mejor se adapte para el cliente en ese momento. Tampoco se trata de decisiones buenas o malas, solo se trata de decidir desde la consciencia de saber que hay otras opciones y conociendo los pros y contras de ellas.
Tomamos decisiones desde el miedo o desde el amor. En demasiadas ocasiones, la experiencia me dice que las tomamos desde el miedo, es decir, decidimos para alejarnos de aquello que no nos gusta, que nos produce aversión o incomodidad. En cambio, las mejores decisiones siempre son aquellas que se toman desde el amor. En este caso, tomamos la decisión para acercarnos a aquello que nos gusta, que nos produce bienestar y nos da felicidad.
En este sentido, es importante destacar también que, cuando nos planteamos tomar una decisión, ésta debe hacernos felices hoy. Pensar que si voy a decidir algo que hoy no me hace feliz con la efímera ilusión de que me hará feliz mañana, seremos desgraciados todo el tiempo… Hoy y mañana. Algo que hoy no me hace feliz, se me resistirá, será muy difícil de mantener por mí, por lo que, probablemente, el camino de esa ansiada felicidad sea costoso y nunca me permita llegar a ella. ¡No nos frustremos innecesariamente!
¡Ah! También es importante que sepas que, cuando tomas una decisión, queramos o no, va a caer mal a alguien. Por eso es importante que decidas de una manera “egoísta”, que te centres en tus propias fortalezas y saques el potencial que tienes. Cuando tomas decisiones pensando en la felicidad de los demás, esto genera resentimiento o culpa. ¡ A más consciencia de tus decisiones, más coherencia con tu vida!
También hay quienes no toman la decisión por miedo al error. Recuerda que el error forma parte del proceso de éxito. El que se equivoca mucho y pronto, antes conseguirá el éxito. Eso si, ten presente que toda decisión tiene su repercusión. Asúmelo y así los riesgos no te supondrán piedras en el camino.
Observa tu cuerpo. Él te dará la respuesta. Si una decisión te hace bien, tu cuerpo se mostrará en expansión, confiado, relajado. Ahora bien, si la decisión que te planteas te hace sentir mal, sientes como tu cuerpo se retrae, se encoge o se hace pequeño… No vas por buen camino.
¿A que ahora es más fácil tomar la mejor decisión para ti en este momento? ????
¡Te propongo un reto!
Piensa en una decisión que hayas tomado recientemente o que tengas que tomar, no importa del tipo que sea, y respóndete a estas preguntas. Te ayudarán a saber si tu decisión está en coherencia con tu vida.
- ¿Ha sido una decisión consciente?
- ¿Has tenido en cuenta las otras opciones?
- ¿Has tomado tu decisión desde el miedo o desde el amor?
- ¿Esa decisión te hace feliz hoy?
- ¿En quién has pensado cuando tomabas la decisión?
- Observa tu cuerpo, ¿cómo responde ante esa idea?
Como decía Henry Ford , “Si crees que aciertas como si crees que no, estás en lo cierto”. Por eso, no tengas miedo a decidir. Será tu mejor opción si has tenido en cuenta todos estos tips que hemos comentado. Siéntete libre de decidir y hazlo siempre desde el corazón.
“La vida de cada hombre es un camino hacia sí mismo, el ensayo de un camino, el boceto de un sendero.”
Hermann Hesse
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