Con cada crisis, siempre hay cambios, pérdidas, ajustes… y la mejor forma para vivir en nuestro “centro” sin que las circunstancias nos arrastren, es adaptarnos. Aceptar lo que toca es la manera adulta y responsable de hacerte cargo del momento presente.
Ten claro que tú no tienes el control de las cosas y mucho menos el poder para cambiarlas. A no ser que tengas una varita mágica y, en ese caso… punto en boca. Pero como esto no creo que suceda, permíteme decirte que luchar contra todo y contra todos es absolutamente agotador.
Durante muchos años de mi vida me he pasado peleada con el mundo, intentando cambiar a las personas y a las circunstancias. Y es que tenía la creencia de que lo conseguiría. Imagina cómo era para mí descubrir que, no sólo no conseguía los resultados que esperaba en los demás, si no la frustración de sentir que todo siempre iba en mi contra. ¡Nada me parecía bien! ¡Todo siempre estaba mal!
Y es que, con el tiempo, descubrí que las cosas siempre estarán mal para aquellos humanos que se empeñan en modificar la realidad. Viven con la obsesión de creer que cambiarán todo y, por supuesto, se mueven bajo una falsa ilusión de control.
Si tú estás en el momento en que yo estuve, piénsalo fríamente por un momento, ¿realmente crees que tú tienes la capacidad suficiente para alterar las cosas que se desarrollan a tu alrededor? ¡¡Es imposible!! Y si lo crees a “pies juntillas” será probablemente porque nunca antes nadie te haya hecho reflexionar sobre este punto. Hay ocasiones en las que ni siquiera tenemos “el control” sobre nosotros mismos, ¿cómo tenerlo sobre los demás?
La clave para conseguir que tu entorno cambie, es cambiar tú. Cuando cambias tus creencias, la forma de afrontar la vida, con crisis o sin ella, cuando aceptas y no rechazas, cuando te adaptas y no te resistes… En definitiva, cuando consigues tener una visión diferente de lo que sucede y de ti, te aseguro que notarás un cambio en los demás y en las propias circunstancias. Y no porque ellas hayan cambiado, sino porque tú has cambiado. Y lo que antes te parecía mal, ahora verás que tiene algo positivo que te ayudará para conseguir otra cosa.
Somos millones de personas en todo el mundo, con millones de experiencias, miles de creencias, montones de miedos… Si fuera tan fácil, todos actuaríamos igual ante un mismo estímulo. En cambio, está probado que no es así. ¿Por qué hay personas que, ante una crisis como la que estamos viviendo, sacan lo mejor de ellas y se ponen al servicio de los demás compartiendo lo que tienen, mientras otras están viviendo este confinamiento como uno de los peores y amargos momentos de su existencia?
Cada uno decide cómo afrontar las situaciones adversas que les presenta la vida y, por supuesto, todas ellas son respetables aunque no sanas para el ser humano que lo experimenta. Una actitud proactiva te ayudará a vivir esa crisis de una manera constructiva y saludable. En cambio, si decides vivir este confinamiento como un contexto de miedo, de inseguridad, de incertidumbre… incluso de dolor y hasta de agresividad, sin duda, hará que este periodo sea largo y muy difícil tanto para ti como para los que conviven contigo.
Si quieres saber cómo afectan tus decisiones a tu vida, lee el post sobre las decisiones y comienza a elegir desde el amor y no desde el miedo.
Quiero dejar claro que, cuando uno vive una crisis, ya sea externa o interna (de éstas últimas hablaremos en otra entrada más adelante) es necesario que te permitas aceptar tu sentir. Acogerlo sin juzgar. Si sientes rabia, la aceptas y te la trabajas. Si es miedo, lo aceptas y te lo trabajas. Y si es alegría, lo mismo. No rechaces, es una parte de ti. Tiene algo valioso que contarte.
Recuerda que las emociones aparecen para darnos una información muy útil, por lo que será muy beneficioso para ti que te pares a escucharlas y acogerlas. Si es miedo o ira, puedes hacerlo como vimos en el post sobre el miedo o la ira. Y si se trata de otra emoción, iremos descubriendo a lo largo de las próximas semanas cómo trabajarlas de una manera saludable.
El pensamiento aquí también tiene un papel fundamental. Si no quieres seguir obteniendo los mismos resultados, ponte en acción. Observa tu pensamiento, no te identifiques con él y frena todo tipo de creencias que te limitan. Para conseguir estar en paz haciendo aquello que te gusta y con la mente en este momento, comienza por pensar de manera distinta.
Para conseguir los mismos resultados ya sabes lo que tienes que pensar… ¡llevas haciéndolo toda tu vida! Ahora es momento de fijarte en tu pensamiento y cambiar aquello que no te permite avanzar. ¿Qué puedes hacer en estos momentos que sea de utilidad y te haga aumentar tu confianza? Lee el post sobre mis pensamientos y yo y descubre cómo hacerlo.
Entiendo que tu libertad se ha visto coartada, que tu ritmo de vida se ha alterado, que tus rutinas han cambiado… Pero piensa, siempre hay cosas que puedes hacer. Quizás sea momento de hacer eso que siempre estás postergando. Tal vez sea el momento de recuperar el contacto con aquellos con los que no sueles hablar por el ajetreo de tus rutinas. Aprovecha el tiempo, siempre nos quejamos de no tenerlo. ¿También te vas a quejar ahora porque tienes mucho?
Puede que todavía pienses que esta situación de confinamiento no es suficiente. Sé honesto, párate y dite, ¿es tiempo lo que necesitas o son excusas lo que tienes? Salir de tu zona de confort no es fácil. Para ello, hay que tener ganas. Quizás lo que te pase es que estás muy agustito ahí quejándote sin hacer nada, esperando que sean otros los que tomen las riendas. Y para esto, querido lector, no tengo remedio. ???? Pero si estás preparado y no sabes cómo hacerlo, te recomiendo leer el post sobre Mindfullness para que aprendas a centrarte en el momento presente y tomes consciencia.
Andar divagando sobre lo que puede o no pasar, ¿te hará cambiar la situación? No malgastes tu valiosa energía con momentos pasados o futuros que te distraigan de tu maravilloso presente. Tienes una gran oportunidad para centrarte en ti, escuchar tu cuerpo y potenciar todo tu potencial. ¿Cuál es tu papel en estos momentos?
«En los momentos de crisis, solo la imaginación es más importante que el conocimiento».
Albert Einstein.
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