Chico pensativo tocándose el bigote

¿Causalidad o casualidad?

Causalidad y casualidad, términos cuya ortografía y fonética es muy similar pero con significados muy diferentes. Más allá del baile de sus vocales, estas palabras tienen acepciones muy diferentes. En el post de hoy trataré de aclarar sus diferencias de una manera muy mía ????.

¿Estás preparado? ¡¡Allá vamos!! 

Te contaré una historia… 

Recuerdo el día de mi boda. ¡Fue uno de los más increíbles de mi vida! En él, la maestra de ceremonias, una prima de mi marido, lo hizo espectacularmente bien. En su discurso, decidió contar de una manera muy gráfica los motivos que nos habían llevado hasta allí. Aquel altar de rosas blancas, en el que los únicos protagonistas éramos mi chico y yo. 

Lo hizo de una manera muy sutil, concreta y sensata. Construyó nuestra historia a través de aquellos capítulos que habían tenido una relevancia especial y que fueron la causa de que después se sucedieran otros y luego otros… y así hasta aquel momento en el que nos dimos el “sí, quiero”. 

Y es que la vida está llena de causas, es decir, de motivos que nos permiten obrar de una manera determinada y con efectos concretos. Dicho de otra manera, nuestra vida es el resultado de una serie de acciones y/o decisiones. También se le conoce como “causa-efecto”, lo que significa que un hecho concreto hará que se produzca una reacción determinada. 

¿Y qué hay entonces de las casualidades? 

Una casualidad no es más que el resultado de un suceso aleatorio y fortuito, no previsible, y que depende del azar.

Quizás sea un pensamiento mágico de aquellas personas que, como yo, conciben algunos momentos de sus vidas como algo con suerte o fortuna.  

Siguiendo con mi ejemplo, ya ha quedado claro que el día de mi boda no fue casual. Quizás sí lo fuera el día en el que coincidimos por primera vez en aquel gimnasio. Es probable que también lo fuera la casualidad de que yo estuviera buscando un entrenador deportivo y él tuviera la formación que yo necesitaba. Fuera como fuese, ¡aquello sí fue fruto de la casualidad! Lo que vino después, fueron una serie de causas que nos hicieron llegar hasta donde estamos hoy ????.

Y tú, ¿confías en ti o en el azar? 

El hecho de percibir las cosas que te pasan como algo casual o como causal, dice mucho de ti. Cuando pones tu atención en la casualidad, lo estás haciendo en factores externos y azarosos como la suerte o la fortuna, incluso la coincidencia. No te haces cargo de tu parte de responsabilidad, de lo que tú has hecho para que ese hecho se produzca. 

En cambio, cuando hablas desde la causalidad, tomas la consciencia y la responsabilidad de que, sea lo que sea que suceda, será la consecuencia de algo que tú hiciste. En este caso, pones la atención en ti y en lo que depende de ti y de tus actos. El hecho de hacer o no algo, tendrá un efecto después. Esa será la causa de lo que hiciste. 

¡Y donde dije digo, ahora digo Diego! ????

Retomando el párrafo donde te decía que “quizás fueron un cúmulo de casualidades el hecho de que conociera al que hoy es mi marido”, ¿realmente crees que fue casualidad? ¿o tal vez el efecto de una serie de actos que hice como buscar entrenador y poner carteles? 

La ley causa-efecto

Las casualidades no existen. Las cosas no suceden porque sí. Siempre hay una razón o motivo que hacen que sean de una manera y no de otra. Por eso, comienza por hacerte cargo de lo que sí depende de ti, de tus actos. De aquello que tú harás para que las cosas sean como tú quieres o, al menos, pon la intención para que lo puedan ser. No dejes la responsabilidad en nadie y mucho menos en el azar.  

Recuerda que todo sucede por algo. Si tú no tomas las riendas de tu vida, ten por seguro que otros las tomarán por ti. Tendrás el resultado de lo que quieras tener según tu compromiso contigo y con la vida. Y si decides seguir creyendo en las casualidades… adelante. Tendrás la vida que otros quieren que tengas. Lo realmente mágico y maravilloso consiste en hacer que suceda lo que tú quieres que sea. 

“No existe nada de cuya naturaleza no siga algún efecto” .

Baruch Spinoza 

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