Conscientes o no, estamos llenos de creencias. Éstas se empezaron a forjar cuando vinimos a este mundo.
“No me lo merezco”. “Nunca llegaré a lograrlo”. “No seré capaz de aprenderlo” .
“Hacer ejercicio no me sentará bien”. «Siempre seré la última”.
La familia, los maestros, los amigos, los compañeros de trabajo… en definitiva, nuestro entorno ha contribuído a escribir nuestra propia historia y lo que creemos de ella.
Y el verdadero problema está en que nunca nos hemos parado a cuestionar si, eso que nos dijeron de pequeños, era cierto (hecho objetivo). Lo entendimos como verdadero y lo incluímos en nuestras vidas como la Biblia.
Entonces, era natural, pues no teníamos pensamiento crítico. Ahora, somos adultos y deberíamos cuestionarnos nuestras propias creencias. Aquello que nos contamos como verdad absoluta y que ni siquiera nos hemos parado a comprender.
Actuamos de manera automática, pues es algo que nos llevamos contando muchos años, e incluso, si ahora nos cuestionásemos todo aquello con lo que hemos crecido y vivido, y que quizás, hasta nos haya ayudado a llegar donde estamos en estos momentos, supondría un auténtico caos en nuestras vidas.
Por eso, ¡que no cunda el pánico!
Vayamos poco a poco. Sólo cuestiónate aquello que consideres que llevas creyendo toda tu vida y que no te esté beneficiando en estos momentos.
Pregúntate si es un hecho constatable o, en cambio, es algo que te dijeron en algún momento, y que tú decidiste acoger como si lo fuera. En realidad, una creencia no es más que una idea personal que elevamos a la categoría de verdad absoluta.
¡Y estamos de suerte! Pues una creencia es cambiable o modificable… nunca es tarde para cuestionarla. ????
¿Qué crees sobre ti y sobre todo aquello que te ocurre?
Ya lo decía Epicteto (siglo I a. C.): “La gente se perturba, no por los acontecimientos, sino por su opinión sobre los acontecimientos” .
Está claro que no todos los seres humanos afrontamos de la misma manera una situación. Si no, imagina que estás trabajando y, de repente, te llama tu jefe para que acudas a su despacho. ¿Qué será lo primero que se te pase por la cabeza? Habrá quien crea que su jefe le va a despedir, otros pensarán que le hará un aumento de sueldo, y quizás haya alguien que simplemente se plantee que su jefe sólo quiere que le resuelva las dudas de un correo que le acaba de enviar con un informe sobre los riesgos en esa planta.
¡Cuántos pensamientos tan dispares ante una misma situación!
Y es que, querido lector, dependerá de nuestro propio “mapa” para que nuestra cabecita empiece a hervir buscando un sinfín de interpretaciones a un hecho concreto. Y, por supuesto, esto nos llevará a sentir y actuar de manera totalmente adversa como vimos en la entrada sobre los pensamientos.
Pincha sobre el enlace de arriba para aprender más sobre cómo influye nuestro pensamiento en lo que sentimos y en cómo actuamos.
Tus creencias ¿te potencian o te limitan?
Y es que según nos estemos “contando la película”, esto hará que nuestras creencias sean limitantes o potenciadoras. No hablamos de creencias negativas o positivas, pues, en función a cómo te las contaste, en ese momento de tu vida te ayudaron a afrontar esa situación.
Veamos las características de cada una:
La creencia potenciadora nos genera emociones agradables (alegría, felicidad, calma…) y nos invita a avanzar, a progresar hacia lo que nosotros consideramos como bueno.
Sus características son:
- Es racional, lógica, se sustenta en la verdad.
- Se puede comprobar con hechos y acciones.
- Existen datos objetivos que lo pueden demostrar.
- Es consistente con la realidad (es verdad).
- Es un deseo más que un absoluto.
- No está planteado en términos de necesidad.
- Produce emociones moderadas, de baja intensidad, poca duración, en consonancia con el acontecimiento activador.
- Ayuda a conseguir metas y es facilitadora de la acción.
Ejemplos: Todo es relativo / Yo tengo la capacidad de resolver todo cuanto me pase / Mi felicidad sólo depende de mí / Yo aporto valor.
En cambio, la creencia limitante genera emociones desagradables (miedo, tristeza, ira…) y nos frena o impide nuestro desarrollo y aprendizaje.
Sus características son:
- Produce un sentimiento o emoción incómoda de fuerte intensidad y larga duración.
- Exagera las consecuencias negativas de una situación (es horrible, terrible, insoportable, etc).
- Pensamientos del tipo “debe ser”, “tiene que”…
- Relativa a las necesidades que son requeridas para ser feliz o sobrevivir (necesito…).
- Pensamientos absolutistas (todo, nada, nunca, siempre…).
Ejemplos: No puedo confiar en nadie / No soy capaz de mantener una dieta / No te merezco / No tengo derecho a decir mi opinión.
Y tú, ¿quién serías sin todo eso que te cuentas?
Aprovecha este momento para cuestionar todas las creencias que te limitan y utilízalas a tu favor, convirtiéndolas en creencias potenciadoras.
Y recuerda, ¡creas lo que crees! Si buscas resultados distintos, comienza por creer diferente. Crea tu “mundo” con pensamientos que te inviten a la acción ????.
“La religión de todas las personas debería ser la de creer en sí mismos” .
Jiddu Krishnamurti
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GRACIAS y ¡nos leemos!
Hoy he recibido un regalo, me llegó hace unos días una invitación para recibir una sesión de coaching y como estaba abierto a recibir, me inscribí y aquí llegó mi regalo, esta mañana, en modo de nueva experiencia para mi crecimiento personal.
Merche me acaba de mostrar el camino hacia cómo cambiar mi actitud en determinadas situaciones de la vida, en las que siempre obtengo los mismos resultados puesto que actúo a partir de las mismas creencias limitantes que me hacen hacer siempre lo mismo en situaciones similares.
Me ha hecho ver esas creencias limitantes que mi pensamiento siempre saca y que a partir de cambiar esas creencias, es decir haciendo una inversión de pensamiento, y poniéndolo en práctica, puedo conseguir que en las próximas situaciones mi forma de actuar sea distinta, es decir, obtener resultados distintos.
¿Por qué estaba obteniendo siempre los mismos resultados en ese ámbito de mi vida?
Merche me ha hecho ver que siempre le hacía caso a esta creencia: no soy capaz, no soy suficiente. Sin embargo ahora, «machacando» esa creencia (al igual que hice en una ocasión cuando dejé el tabaco hace ya 4 años) diciéndome interiormente, soy atrevido, soy capaz, el resultado cambiará. Gracias Merche.
¡¡Hola Fernando!! Muchas gracias por tus palabras. Ha sido un placer trabajar contigo. Breve pero intenso 🙂 Recuerda, si aquello que crees no te permite avanzar y no es un hecho objetivo, cuestiónatelo. a raíz de ahí, la cadena de pensamiento-emoción-conducta cambiará. ¡Te sigo leyendo! un abrazo.